 |
Mostrándole parte de mi trabajo en figura
humana a Tomás Sánchez, el artista cubano,
vino, mejor cotizado del mundo.
No puedo decir que quedara maravillado o
impresionado con lo que estaba viendo; pero
si que no hubo muchas criticas, y si algunos
consejos para corregir ciertos detalles.
Lo importante de esa tarde/noche, no fue
sólo los comentarios a mis obras, sino
compartir con él en su mansión en las
montañas de Escazú, y ser guiado a su taller
para ver lo que hacía. |